viernes, 23 de diciembre de 2011

Cuento de Navidad

Érase una vez, en una ciudad muy muy lejana, una chica que soñaba con conocer otros lugares, vivir miles de aventuras. Día tras día, soñaba con dejar aquella ciudad algún día. No la importaba el destino, lo importante era huir de ese mundo conocido hasta el momento; esa vida, que poco a poco, le estaba robando la sonrisa . Y empezar de cero.

Y como si una princesa de cuento se tratara, soñaba con su príncipe azul. A esas alturas ya había besado a demasiados sapos, sin conseguir nada.  Su tiempo se agotaba y su esperanza se escapaba por la puerta de atrás sin hacer ruido. Ninguno supo ver lo que había detrás de esos ojos, ninguno tuvo el valor de pronunciar las palabras mágicas. Simplemente, guardaron silencio...Un silencio que empujaba a aquella chica a marcharse y no volver jamás.

Y ese momento no tardo en llegar. La oportunidad que, durante tanto tiempo, pensó que jamás llegaría, llamó a su puerta y le susurró al oido: "Ora o mai." Ella no se lo pensó e hizo sus maletas, llevando consigo miles de recuerdos, miles de sonrisas y más de una persona en su corazón.

Y voló. Voló lejos de allí. Sin mirar atrás, dejando alguna que otra puerta abierta, y callando más de una palabra de amor.

Aterrizó, en lo que más tarde se convertiría, en su nueva casa. Los principios nunca fueron fáciles.
Pero aquella chica se prometió a si misma que no dejaría que el miedo le robara la sonrisa otra vez.
Aprendió que, a veces, hay que dejarse llevar; que de algo muy malo siempre se puede sacar algo bueno, y que lo mejor aparece cuando menos te lo esperas.

Ya no tiene miedo. Ahora sólo quiere sonreír. Sólo quiere dejarse llevar.
Y aunque le cueste reconocerlo, vive enamorada de dos palabras...


"Buonanotte Spagnola..."

sábado, 17 de diciembre de 2011

Desayunos romanos...

Sentados en torno a la mesa de la cocina.
Despertando poco a poco. Intentando disimular los bostezos, la resaca y las legañas.
 Nadie dice nada. Conversaciones tontas que esconden conversaciones complicadas; miradas que dicen más que mil palabras.

"Marta, Marta..." dices con una sonrisa forzada. No puedes hacer otra cosa; sabes que no puedes decirme nada; que te guste o no, debes guardar silencio, y aceptar, que nuestro momento pasó. Se hizo tarde para nosotros. Ahora, sólo nos queda la música.

Sonrío. No puedo hacer otra cosa.

Y en silencio, pienso, y me imagino el momento en que te despiertes. A mis espaldas se abrirá la puerta de tu habitación, y segundos después, tus pasos acercándose por el pasillo.

Y sólo espero, que vengas por detrás, me abraces y me saques esa sonrisa que me sacas todas las mañanas.

Y disimuladamente, me digas al oido esas palabras: "Buongiorno Spagnola..."

No quiero despertar. No vaya a ser, que todo sea un sueño.
Un sueño del que, ahora, no quiero despertar.

Prepara café, porque esto acaba de empezar.

Dos de azúcar, por favor.
Que me gustan los desayunos dulces.



viernes, 9 de diciembre de 2011

El tiempo pasa volando, 
cuando me quiero dar cuenta
ahora es ayer...
Y a mi colección de recuerdos, 
voy añadiéndole capítulos...

Capítulos que, un día, se convertirán en un libro,
un libro escrito y editado en idioma italiano.
No me preocupa el número de páginas, 
mientras esté bien escrito.
Y es que, por fin, he encontrado
aventuras que vivir,
momentos que recordar, 
sonrisas inolvidables,
amigos únicos
y, lo más importante de todo,
he encontrado mi lugar en el mundo.

Y sé que cuando, dentro de un tiempo, alguien me pregunte: "¿Y Roma, qué tal?"
No encontraré las palabras para hablar de ello,
se me quedarán cortas...

Momentos únicos compartidos con personas únicas.

Esto acaba de empezar,
no tengo curiosidad por saber cómo será el final,
no tengo pensado marcharme.


lunes, 5 de diciembre de 2011

Historia del Amante Guisante


“Él corría, nunca le enseñaron andar; y ella, huía de espejismos, de horas de más…” 
Palabras que esconden más de una verdad. Vidas paralelas, que se cruzaron en algún punto del camino.
 
Fue fácil; sólo tuvieron que dejarse llevar. Él le dio el valor para marcharse y le quitó el miedo a llegar.
 
Ahora, ella duerme tras el vendaval, y sueña con despertar en otro tiempo y en otra ciudad, pero junto a él.
 
Y juntos, esperan un instante, mientras los turistas se van. No les importa, tienen todo el tiempo del mundo. Saben que, antes o después, todos dormirán, y ese será el momento de ir de la mano a un aeropuerto y coger el vuelo que les lleve a la Luna, para nunca más volver.
 
Y es que un día, descubrieron que dejarse llevar suena demasiado bien… Que el secreto está en jugar al azar, para nunca saber dónde puedes terminar o empezar…