“Él corría, nunca le enseñaron andar; y ella, huía de espejismos, de horas de más…”
Palabras que esconden más de una verdad. Vidas paralelas, que se cruzaron en algún punto del camino.
Fue fácil; sólo tuvieron que dejarse llevar. Él le dio el valor para marcharse y le quitó el miedo a llegar.
Ahora, ella duerme tras el vendaval, y sueña con despertar en otro tiempo y en otra ciudad, pero junto a él.
Y juntos, esperan un instante, mientras los turistas se van. No les importa, tienen todo el tiempo del mundo. Saben que, antes o después, todos dormirán, y ese será el momento de ir de la mano a un aeropuerto y coger el vuelo que les lleve a la Luna, para nunca más volver.
Y es que un día, descubrieron que dejarse llevar suena demasiado bien… Que el secreto está en jugar al azar, para nunca saber dónde puedes terminar o empezar…
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