Y como si una princesa de cuento se tratara, soñaba con su príncipe azul. A esas alturas ya había besado a demasiados sapos, sin conseguir nada. Su tiempo se agotaba y su esperanza se escapaba por la puerta de atrás sin hacer ruido. Ninguno supo ver lo que había detrás de esos ojos, ninguno tuvo el valor de pronunciar las palabras mágicas. Simplemente, guardaron silencio...Un silencio que empujaba a aquella chica a marcharse y no volver jamás.
Y ese momento no tardo en llegar. La oportunidad que, durante tanto tiempo, pensó que jamás llegaría, llamó a su puerta y le susurró al oido: "Ora o mai." Ella no se lo pensó e hizo sus maletas, llevando consigo miles de recuerdos, miles de sonrisas y más de una persona en su corazón.
Y voló. Voló lejos de allí. Sin mirar atrás, dejando alguna que otra puerta abierta, y callando más de una palabra de amor.
Aterrizó, en lo que más tarde se convertiría, en su nueva casa. Los principios nunca fueron fáciles.
Pero aquella chica se prometió a si misma que no dejaría que el miedo le robara la sonrisa otra vez.
Aprendió que, a veces, hay que dejarse llevar; que de algo muy malo siempre se puede sacar algo bueno, y que lo mejor aparece cuando menos te lo esperas.
Ya no tiene miedo. Ahora sólo quiere sonreír. Sólo quiere dejarse llevar.
Y aunque le cueste reconocerlo, vive enamorada de dos palabras...
"Buonanotte Spagnola..."