Dame un lápiz y te haré sonreír.
No hay más, no necesito más.
Puede que hoy, el día no haya transcurrido cómo a mi me hubiera gustado.
Hubiera preferido no oír ciertas cosas. Prefería no saberlo.
No me preguntes por qué, pero no era lo que necesitaba oír.
Ahora se plantean dos caminos: uno fácil y otro difícil.
Vamos a echarle un poco de sal a esto, que me sabe soso.
Y para mañana, ¿que hay en el menú?
El plato estrella, la especialidad de la casa.
¿Y cuál es el secreto de todo gran chef?
Los pequeños detalles.
Prometo que nada podrá conmigo.
Prometo que no me quedaré parada, como he venido haciendo todo este tiempo.
Ahora o nunca.
Yo me encargo de la cena, el postre te lo dejo a ti.
Y si al final resulta que tenía más huevos la cena que tú, pues....
tranquilo, que ya encontraré a alguien que quiera cenar conmigo.
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