¿Unas cañas? Y se te va de las manos....
Por todo lo que implican esas cervezas...
Son momentos irrepetibles.
Así es la vida. Y es cómo me gusta que sea.
Una cerveza quita ese miedo a decir una palabra más alta que otra.
Pero a la quinta, acabas bailando una batucada mientras Madrid te abre paso.
El mundo es tuyo. Y sólo puedes sonreír.
Eso es lo que todos buscamos. Pero muy pocos se atreven.
Mi conclusión, en el mundo hay dos tipos de personas:
Los que se quedan mirando y los que se meten en la batucada a darlo todo.
No hay más.
Estos días no estás por estas calles madrileñas, pero a la vuelta, quedas invitado a unirte a bailar y a vivir.
Voy a lanzarme, como ayer, y mientras no me echen, allí seguiré.
Prepárate, porque estoy dispuesta a ser feliz.
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